Una adicción imparable
La corrupción es entonces una de las grandes
dificultades por la que Colombia, nuestro país, ha atravesado a lo largo de su
historia. No obstante, este fenómeno nocivo para la estabilidad del país se
expande cada vez más, pues una vez se está en él se hace casi imposible pensar
en hacer la cosas de una manera recta y sana para todos.
Según
la Real Academia Española la corrupción es una práctica consistente en la
utilización de las funciones y medios de aquellas instituciones en provecho,
económico o de otra índole, de sus gestores, es decir, que los responsables de
las entidades abusan del poder para beneficiarse de la mejor manera posible.
Como
fue expresado por el Consejo Privado de Competitividad en su reporte anual,
esta aberración se expande por el territorio mediante las arcas de cada
funcionario se va mejorando. Así las cosas, según el Banco Mundial, la
corrupción es sin duda el mayor obstáculo para el desarrollo económico y social
de un país. Su ejercicio no solo menoscaba los recursos que el Estado utiliza
para satisfacer las necesidades de sus habitantes; también desincentiva la
realización de inversiones, frena el desarrollo económico, perpetúa los niveles
de pobreza, promueve la ineficiencia, la inestabilidad y la violencia. No en
vano, existe una correlación positiva entre el nivel de transparencia de un
país y su puesto en el Índice Global de Competitividad del Foro Económico
Mundial. A mayor control de la
corrupción, mayor el nivel de competitividad (CPC, 2010).
Es
entonces en ese ángulo de visón que la corrupción se define como el abuso del
poder público para la obtención de beneficios privados, y su ocurrencia se
explica por múltiples causas: sobre-regulación administrativa (exceso de
trámites), lentitud de la Administración Pública (que induce a la compra de
funcionarios para agilizar decisiones), baja probabilidad de sanciones
disciplinarias o penales a funcionarios corruptos, bajo nivel salarial de
funcionarios públicos, existencia de normas jurídicas confusas y dispersas,
falta de información de los ciudadanos sobre las actuaciones específicas de los
órganos del Estado, ausencia de un mercado abierto y competitivo, falta de
controles internos en las entidades públicas, débil rendición de cuentas de las
entidades a los ciudadanos, desigualdad en la distribución del ingreso, bajos
niveles educativos y protección débil a la libertad de expresión, entre otras.
Un país corrupto desaprovecha enormes recursos para invertir en educación,
salud, infraestructura, empleo, tecnologías de la información y, en general, en
desarrollo (CPC, 2010).
Hasta
aquí tenemos entonces que este aspecto en Colombia es una falla creciente, que
no tiene ninguna vista positiva, pues sólo enriquece el capital del que lo
hace, pero baja todos los niveles en el país. Si bien no existe una fórmula
exacta para cuantificar el costo de la corrupción en Colombia, se estima que la
corrupción le cuesta al Estado $9 billones anuales; es decir, alrededor de 1,6%
del PIB. El resultado de esta fuga de recursos se puede resumir en una frase:
estancamiento competitivo (CPC, 2010).
Como
se puede demostrar a través de la anterior gráfica Colombia es un país con
altos niveles de corrupción; los índices nacionales e internacionales así lo
demuestran. Según el Informe de Competitividad Global 2011-2012 del Foro
Económico Mundial (FEM), la corrupción
es de lejos el factor más problemático para hacer negocios en Colombia.
Colombia
obtuvo el puesto 118 entre 142 países en el indicador que mide el nivel de
“desviación de recursos públicos”, lo que muestra que buena parte de los
dineros públicos que deberían ser destinados a satisfacer las necesidades de
los ciudadanos (como educación, salud o infraestructura), son utilizados para
favorecer intereses privados. Así mismo, los colombianos perciben que los
recursos del Estado son malgastados o utilizados para fines diferentes a los
establecidos en la Constitución o en la Ley. No por otra razón Colombia se
ubica en el puesto 89 entre 142 países en el indicador que mide el “despilfarro
de recursos públicos” (CPC, 2010).
De
igual manera, a lo anterior se suma la desconfianza ciudadana en los políticos,
es por eso que se presenta en muchas ocasiones escépticos a las votaciones o a
las decisiones que los mandatarios realizan, en otra palabras muchos ciudadanos
no confían en las personas encargadas de representarlos ante las entidades
públicas, y consideran que los frutos del Estado están netamente destinados a
entes privados, que sólo quieren lucrarse de eso.
Como
lo se puede apreciar en la siguiente tabla, nuestro país posee altos cifras en
los indicadores de corrupción desagregados, aunque esta desventaja puede ser
combatida, pues muchos de estos parámetros son muchísimo más grandes en otros
países. No obstante, las cifras para Colombia son alarmantes, se hace necesario
actuar lo más pronto posible sobre esta debilidad que tiene, en cierta medida,
crecimientos exponenciales.
¿Hay entidades que miden la
CORRUPCIÓN?
Cada
año se genera un ranking para establecer cuáles son los estándares de
corrupción, el ranking es elaborado por Transparency International (TI), una
organización no gubernamental, dedicada a combatir la corrupción a nivel
nacional e internacional.
Esta
entidad se encarga de medir el Índice de Percepción de Corrupción (IPC), para
ello establece cada año un ranking de países basado en los niveles de
corrupción en el sector público percibidos por empresarios, analistas de
riesgo, y ciudadanos comunes. Según la página oficial de la organización, se
centra en la corrupción del sector público y la define como el abuso del
servicio público para el beneficio particular, por tanto, define como corruptos
actos como sobornos a funcionarios, pagos irregulares en las contrataciones y
malversación de fondos. Así mismo,
también mide la eficacia y solidez de
las iniciativas anticorrupción.
La
organización mide el IPC clasificando
a 180 países según el grado de corrupción que se percibe como existente entre
los funcionarios públicos y políticos. Se elaboran encuestas en las que se
hacen interrogantes referentes para la composición del IPC y, así plantean preguntas relacionadas con esta
definición. Es un índice compuesto,
es decir, una encuesta de encuestas, que mide en una escala de 0 (percepción de
muy corrupto) a 10 (percepción de ausencia de corrupción), en el sector público
del país analizado.
Según
la plataforma del la entidad, todas las fuentes que utilizan miden el alcance
general de la corrupción (frecuencia y/o magnitud de los sobornos) en el sector
público y político, y evalúan múltiples países en un mismo estudio lo que
permite crear un ranking con su información. TI se esfuerza por garantizar que
las fuentes consultadas reúnan la máxima calidad y que la tarea del estudio se
ejecute con plena integridad.
Fuente: TI (2010.) |
Así
entonces podemos ver un claro ejemplo de un gráfico de barras, en el que se
compara la corrupción existente en los 14 países que conforman Latinoamérica y, a su vez, se compara entre ellos
mismos en un lapso de 4 años diferentes.
En la gráfica podemos ver que el fenómeno en Colombia está presente, sin ser
alarmante, en comparación con Chile. Sin embargo, debemos de tener presente que
estos índices son un poco antiguos y hoy en día ha subido mucho la presencias
de dicho fenómeno.
Por
otra parte, según el último informe realizado por el CPC, la corrupción es sin
duda, el factor que más dificulta la realización de negocios en Colombia, y lo
ha sido -según los empresarios-, desde 2009. Esto es preocupante debido a que,
de acuerdo con el Banco Mundial, la corrupción es el mayor obstáculo para el
desarrollo económico y social de un país (CPC, 2011).
Actuar
sobre este problema requiere efectividad y medidas urgentes, de ello depende el
progreso del país, pues el fenómeno de la corrupción afecta, entre otras cosas,
la estabilidad macroeconómica, la inversión extranjera directa, el desarrollo
de la pequeña empresa y la superación de la pobreza, tal como lo señala el Banco
Mundial (World Bank, 2012).
En
primer lugar, la estabilidad macroeconómica se ve afectada por la pérdida de
ingreso gubernamental derivada de menores impuestos, derechos aduaneros, etc.
También se ve comprometida por un gasto excesivo producto de inversiones
innecesarias en beneficio de intereses particulares, o incluso por desvío de
recursos públicos a particulares sin justificación alguna (World Bank, 2012).
Fuente: WEF (2012). |
Esta
vez, Colombia está posicionado en un lugar mucho mayor al de hace 2 años, lo
que quiere decir que esta anomalía esté en ascenso y no solamente en nuestro
país, sino es muchos países de América y Europa.
Entre
otras cosas, sería muy bueno que cada colombiano tuviera presente que la
corrupción es un factor que perpetúa la pobreza, en la medida en que, según
evidencia empírica, son los pobres quienes en general se ven más afectados por
la ella. En efecto, la situación de las personas con menores ingresos es grave
en los países corruptos, donde normalmente la prestación de servicios públicos
básicos requiere del pago de sobornos (Paul, 1997).
Fuente: WEF (2012).
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A
fin de cuentas, tomamos a la corrupción
como una debilidad, pues es un fenómeno que trasciende fronteras, pues
además de tocar el ámbito político pasa a hacer estragos en los demás aspectos
de la vida del país, como: la seguridad, la salud, la educación, entre otros. Además,
la corrupción patrocina, de cierta manera, las problemáticas presentes en el
país, puesto que ayuda al conflicto armado a potenciar sus fuerzas y le da, de
una u otra forma, “voz” en la política. Por otra parte, la pobreza se aumenta
en alto grado y, falencias como el clientelismo salen a relucir.
Referencias Bibliográficas:
Consejo privado de competitividad 2010: http://www.compite.com.co/site/wp-content/uploads/2011/11/Corrupcion.pdf
Entidad
que mide la corrupción: http://www.latinoamericalibre.org/indices/indice-de-percepcion-de-la-corrupcion-ipc/
Consejo privado de competitividad 2012: http://www.compite.com.co/site/wp-content/uploads/2012/11/Corrupci%C3%B3n.pdf
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